Esta obra, deliberadamente inacabada, surge de una paradoja entre el tiempo y el proceso creativo. La artista comenzó la pieza con prisa, con la intención de completarla más adelante. Sin embargo, con el tiempo reflexionó y comprendió que no todo tiene que estar terminado y que en la imperfección también hay significado y belleza. «Inacabada» no es solo un cuadro, sino una declaración: en un mundo obsesionado con la perfección y la rapidez, esta obra invita a detenerse, a apreciar lo que existe tal como es, sin prisa, sin presión. A veces, lo incompleto habla más que lo terminado.